Un estudio de la Universidad de Carolina del Norte vincula los ejercicios de alta intensidad con la falta de deseo sexual en los hombres. Ante semejante revelación, diversos medios debieron recurrir al doctor Javier Romero-Otero, coordinador nacional del Grupo de Andrología, de la Asociación Española de Urología, para resolver algunas dudas.

“El cansancio provoca una disminución de la libido, sí. Pero querer relacionar estrechamente el ejercicio con la falta de deseo sexual no tiene demasiado fundamento”, aclara Romero-Otero, que añade: “Por supuesto, si uno está focalizado en algo y no tiene tiempo para pensar en nada más, igual que cualquier obsesión o un incremento del estrés, hace mella en la actividad sexual, pero gimnasio y pérdida del deseo no tienen por qué ir de la mano si ese ejercicio se practica con cabeza”, explica.

No obstante, los científicos firmantes del estudio sí establecen ese vínculo, al menos en primera instancia. Tras estudiar el comportamiento sexual de 1.077 varones y realizar con ellos cuestionarios referidos a su actividad física e íntima, constataron que a mayor intensidad en los ejercicios, menos interés por mantener relaciones sexuales. ¿El motivo? Según el doctor Hackney, coordinador del estudio, los niveles de testosterona disminuyen notablemente debido al cansancio físico.

Romero-Otero reflexiona sobre el perfil de los hombres físicamente activos, asegurando que “las personas que quieren tener un mayor rendimiento, en ocasiones recurren a sustancias dopantes exógenas, y ellas sí que inciden directamente en la pulsión sexual”. Estos productos inhiben el eje fisiológico que regula la secreción de testosterona y, por eso, “cuando una persona consume una sustancia dopante, logra incrementar su masa muscular, pero puede llegar a tener problemas de fertilidad a veces irreversibles”, confirma el doctor.

Lo que está claro es que “cuanto más en forma se está, mejor vida sexual se tiene. Los extremos siempre son negativos, y esas personas obsesionadas con el deporte verán alterada su libido, aunque les sucedería lo mismo si se obcecaran con su trabajo, por ejemplo”, matiza Romero-Otero. Todo en exceso es malo. Por eso, el equipo de expertos americanos ha asumido el compromiso de elaborar nuevos experimentos que complementen sus conclusiones, tratando de no establecer como ley inamovible esta relación entre el ejercicio intenso y la falta de apetito sexual.

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